martes, 14 de junio de 2016

La foresta.


La República Dominicana fue hasta los años cuarenta del pasado siglo, un país con una cobertura forestal superior al 70 %. Con la apertura de grandes aserraderos, se inició un proceso acelerado de pérdida de nuestros bosques, reduciendo la cobertura a menos de 20 %, lo que provocó el cierre de todos los aserraderos y que se prohibiera la tala de árboles.
Con la primera crisis petrolera de mediados de los 70s, las naciones pobres que dependían de la importación de petróleo consideraron la posibilidad de apoyarse en el consumo de foresta como parte del desarrollo madera, entre otras opciones, como forma de aliviar el gasto de la factura en dicho combustible. Fue así como se iniciaron los proyectos de fincas energéticas, lo que dio paso a una revisión de la política de prohibición del corte de árboles que se aplicara en buena parte de los países tropicales. En el caso dominicano, esta revisión dio origen a la Comisión Nacional de Energía (COENER), establecida durante el gobierno del Dr. Jorge Blanco y que tuvo al Dr. Campillo Pérez como su primer presidente.
En nuestro país, el cierre de los aserraderos trajo como consecuencias un incremento abrupto de la importación de madera y un cambio en el patrón de construcción (y encarecimiento) de la vivienda, muy especialmente de la vivienda rural, que para entonces se hacia principalmente de madera, sobre todo en los sectores mas pobres.

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